Una vez realizada una venta nos toca facturar, lo que requiere crear la factura y manipularla para su envío postal. El día a día hace que no le dediquemos tiempo a "romper con la costumbre" de facturar en papel. Este es el segundo motivo para "no decir adiós" a la factura en papel según un estudio publicado por SERES*.
La primera parte recae totalmente en la empresa, saber los conceptos, los importes, los impuestos que la afectan y demás información. Y, es ahí, cuando se activa la nostalgia y, como ya hemos hecho el esfuerzo intelectual de la creación, sólo queda "relajarnos" realizando una tarea manual y sencilla: imprimo la factura, cojo el sobre, doblo las hojas, cierro el sobre, pongo sello y a la saca para que alguien la lleve al buzón u oficina de correo para su remisión...