Agosto, cuatro de la tarde. Justo Fernández conduce su flamante nuevo monovolumen de siete plazas, repleto de familia en distintos grados, por algún lugar del sur. Hace demasiados kilómetros que pasó la última gasolinera. A pesar del potente aire acondicionado, Justo suda profusamente, pues no aparece una gasolinera por ningún sitio. Cuando Justo conduce su empresa, conocer las necesidades operativas de fondos es conocer cuánta gasolina necesita. Y además necesita saber a qué velocidad la gasta. No se puede permitir que, como su monovolumen, se pare a kilómetros del árbol más cercano.