Países como El Salvador, Panamá o Paraguay están desarrollando la factura electrónica en sus relaciones a diferentes niveles: con las Administración Pública (B2G), entre las propias empresas (B2B), e incluso con el cliente final (B2C). En estos países, la factura electrónica se encuentra en un fase inicial que, desde los distintos Gobiernos, buscan equiparar con la situación de países vecinos como México o Perú.
En Venezuela, la implantación de la factura electrónica lleva años en proceso y, a pesar de los grandes esfuerzos realizados, a día de hoy, el uso de la e-factura en el país es todavía de carácter voluntario.
Aun así, Venezuela busca introducir un sistema de facturación electrónica similar al de Ecuador, país con el cuál colabora para la puesta en marcha de la e-factura. El objetivo: reducir la evasión de impuestos y mejorar el recaudo tributario. Así, con este nuevo sistema, los contribuyentes venezolanos podrán enviar todos sus comprobantes electrónicos al Sistema Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (SENIAT) en un futuro cercano.
La situación de la factura electrónica en Venezuela es un proyecto que evoluciona rápidamente. Al igual que los países de su entorno, la e-factura se ha extendido y normalizado por todas las ventajas que tiene para el Gobierno, las empresas y el consumidor final.
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